sábado, 30 de octubre de 2010

Señales de vida

Tengo el blog absolutamente abandonado... y los vuestros también. La Nena tiene ya 22 días, ¡Qué estrés hemos pasado hasta ahora! Entre organizarnos a la nueva situación, las visitas que no han parado de llegar, los abuelos que están chocheando con la criatura y no nos dejan ni un respiro... vamos, que casi no tengo tiempo ni de ducharme. Precisamente ayer me di cuenta que hacía tres días que no me lavaba el pelo (¡Guarrilla!)

La lactancia ha sido una guerra sin cuartel entre la Nena y yo. Floja como ella sola, primero no tenía interés ninguno por comer y cuando lo mostró pasaba de la teta. Perdió casi 400gr de peso en los 10 primeros días de vida, la pediatra y la familia llevaban ya una semana insistiendo en que le diera ayuda con biberones cuando tuve un lapsus mamario y de la noche a la mañana se me retiró la leche. Finalmente claudiqué y le di biberones... aunque no cejé en mi intento de seguir metiéndole teta. Como por arte de magia (y tras mucha insistencia poniéndome a la Nena e insistiendo con el sacaleches) volví a producir leche, y hasta el día de hoy es lo único que come... Lo dijo bajito porque no me fío de ella un pelo, cruzo los dedos porque todo siga igual.

Una herramienta fundamental en esas horas y horas de teta que nos hemos pasado juntas ha sido el cojín de lactancia. No hace mucho que lo compré, pero ¡Madre mía! ¿Cómo he podido pasar dos semanas sin él? Ya os hablaré más largo y tendido del dichoso cojín, casi puedo decir que nos ha salvado la vida a las dos.

La Nena es un sol, el único problema que me ha dado es el de la comida, pero por  lo demás no hace ruido ninguno. Es una niña risueña y feliz, que no llora ni cuando tiene el pañal sucio la pobre... Cuando tiene hambre hace ruiditos, ¡Pero no llora! Los vecinos me preguntan si está viva porque no la escuchan ni de día, ni de noche jejejeje

Espero tener tiempo para ponerme al día con todo ahora que parece que las cosas están más tranquilas.

sábado, 16 de octubre de 2010

Un rayo de luz

El miércoles de la semana pasada empecé con los dolores de parto casi a las 12 de la noche.

Siguiendo los consejos de la matrona aguanté y aguanté en casa hasta que las contracciones se separon por intervalos de apenas 5 minutos, lo que me llevó hasta las 2:30 de la mañana rodando por casa y literalmente doblada de dolor.
Papácoqueto y yo cogimos la maleta y todas la cosas y nos encaminamos al hospital.

Yo pensaba que con los dolores tan fortísimos que tenía y la cantidad de horas que llevaba aguantándolos (jejejejeje ilusa....) ya habría dilatado por lo menos un par de centímetros. Pero en el reconocimiento que me hicieron al llegar al hospital, un matrón muy sieso por cierto, me dijo que apenas había borrado el cuello del útero y que de dilatación nada... No me mandó de vuelta a casa porque vivo a tomar porculo del hospital maternal, así que me subieron a una habitación a esperar a que dilatara.

Una sabe que un parto duele: te lo cuentan amigas y familiares, los ves en la tele y en las películas, es algo que todo el mundo sabe. Pero hasta que no lo sufres en tus propias carnes no te haces idea de lo realmente doloroso que es. Hay mujeres que tienen la suerte de poder decir que sus partos no fueron especialmente dolorosos, yo no puedo decir lo mismo. Me considero una persona con un umbral del dolor bastante alto y además no soy nada quejica pero aquella noche por primera vez en mi vida, de mi garganta escaparon quejidos desgarrados.

Antes de que llegara el momento yo no tenía muy claro si quería o no epidural, pero cuando me la ofrecieron a las 9 de la mañana (ya llevaba 9 horas de insufribles dolores) la recibí con una sonrisa de oreja a oreja. Todavía me quedaban 7 horas más para traer a mi hija al mundo, pero al menos fueron llevaderas.

Papácoqueto entró conmigo al paritorio con aspecto de estar realmente acojonado, pero se comportó como un jabato todo el tiempo dándome ánimos y cariño. Tras media hora empujando la Nena no salía. Yo sabía que algo pasaba y se confirmó cuando echaron a Papácoqueto del paritorio y entraron una tocóloga, dos pediatras y un par de enfermeras más (al principio solo estaban una matrona y una enfermera). Me informaron que iban a sacar a la Nena con ventosa, que estaba un poco "atascada" pero que todo iba bien... yo no me lo creía.
La tocóloga trabajó muy rápido y muy bien, en apenas 5 minutos había despachado la faena sin desgarro y con una episiotomía de sólo 3 puntos.

Y entonces vi a mi niña, toda amoratada, estaba de color grisáceo y venía al mundo con los ojos abiertos...  La llevaron a aspirarle los fluidos de la garganta, a pesarla, a comprobar que estuviera bien... comenzó a llorar ella y comencé a llorar yo. Dejaron pasar a Papácoqueto que nos comió a besos a las dos con los ojillos también llorosos. El pobre estaba preocupadísimo porque a él sí le habían explicado las complicaciones: la niña venía enredada con el cordón umbilical, por eso no conseguía salir.

A pesar de todo la Nena vino al mundo perfectamente sana y sin ningún problema. Es preciosa... claro, que voy a decir si soy su madre... no debo ser objetiva, pero a mí me parece la niña más bonita y más tierna del mundo y ha sido un rayo de luz en nuestras vidas. No solo en la mía y en la de mi marido, toda la familia, incluidos familiares de los que no esperaba atenciones de ninguna clase, se han volcado con la Nena.

Se nos cae la baba con ella, no podemos dejar de mirarla, de besarla, de quererla... Además ¡Es tan buena! No llora, apenas se queja la pobre criatura y cuando lo hace es a media voz, y aunque es muy pequeña ya nos dedica sonrisas.

viernes, 1 de octubre de 2010

Visita a la tocóloga

Hoy he tenido revisión con la tocóloga y monitorización para ver como iba el embarazo.

Parece que ya estoy "a punto de caramelo"... aparte de que tengo la barriga bastante baja, me ha explicado que el cuello del útero está blandito. Por lo visto del tapón mucoso no hay ni rastro, he debido perderlo sin darme cuenta duchándome o en cualquiera de las miles de veces que me he levantado a orinar por las noches sin encender la luz...
Además me ha mirado el estado del líquido amniótico con con una especie de cánula con luz (no me he quedado con el nombre del procedimiento), me ha confirmado que está claro y perfecto, pero también me ha prevenido que es bastante probable que a raíz de la exploración e encuentre molesta.

¡Dicho y hecho! Aunque no tengo contracciones, las molestias son evidentes... Y tengo unos pinchazos de lo más tontos. Veremos si no acabo pariendo este fin de semana...