domingo, 28 de noviembre de 2010
Estimulando a la Nena
Soy de esas personas que no es que no le gusten los niños, pero tampoco se me ha caído nunca la baba con ellos. Además casi no he tenido contacto con niños, ni mucho menos con bebés... y de un día para otro me vi con la Nena recién nacida en brazos. No sabía como cogerla, como manejarla, como cambiarle el pañal...
De hecho con el cambio del primer pañal casi me da algo!! Creo que fue el único momento en que me vi sola en el hospital, porque durante todo el tiempo estuve acompañada. Pues ala! Sola y pedazo de meconio que me plantó la Nena. Al quitarle el pañal y verle el cordón umbilical blanco y viscoso casi me da un soponcio. Menos mal que en ese momento llegó mi cuñada, que tiene una hermana de un añito y bastante más experiencia que yo en el asunto, y me enseñó como hacerlo.
Me voy por los cerros de Úbeda. El caso es ese, que de repente me encontré con un bebé con el que no sabía cómo interactuar. Le daba cariño, caricias y besitos porque es lo que me salía, pero aparte de eso no sabía que más hacer.
Lo que me preocupaba era no saber estimularla lo suficiente. Ella, que ya es de por sí tranquila, peligraba con convertirse en uno de esos niños seta de los que se habla últimamente. Porque el amor de una madre es fabuloso y recibirlo debe ser lo máximo, pero cuanto más la mimaba más dormía y yo no quería que se transformara en una pieza más del mobiliario del piso.
Así que me puse manos a la obra ¿Y cómo? Pues como buenamente pude con mi poco arte natural. Para empezar procuro hablarle mucho, da igual sobre lo que sea. Si estoy cocinando pues le cuento que estoy pelando la patata para hacer una fabulosa tortilla, pero que antes hay que cortarla en pedacitos y freírla hasta que dore. Todo ello con mucha entonación, gestos y aspavientos, y a ella le encanta porque suelta cada carcajada que me contagia la risa. Lo mejor es cuando tras un buen rato de estar contándole mi vida, se anima y empieza a hacer ruiditos y gorjeos, como si me hablara ella a mí en su idioma personal.
Otra forma de activarla es el juego de levantarse: yo sentada con ella recostada boca abajo en mi pecho y sus piececitos sobre mis muslos. Cuando empuja con sus piernas yo la levanto y la mantengo como si estuviera de pie al grito de "arriiiiiiiba", y cuando deja de presionar la voy dejando caer despacito: "Ooooohhh, se ha cansado, si es muy pequeña todavía...." Hay veces que no me deja terminar de soltarla del todo cuando ya está haciendo presión otra vez para que la yerga de nuevo, por supuesto muerta de la risa.
Todas las tardes la siento conmigo en el sofá y la tumbo bocarriba para darle un buen masaje. Empiezo por la barriguita con movimientos circulares para así de paso aliviarle el extreñimiento, que le cuesta un poquillo eso de ser regular, y sigo por el resto del cuerpecito mientras le canto cualquier canción que se me ocurra. Esto más que divertido es relajante, pero también me sonríe cuando se lo hago.
Y el mejor de todos los momentos del día es el baño. Los primeros baños de la Nena fueron un martirio, lloraba que parecía que la estábamos matando. El problema era que le gusta el agua muy caliente y nosotros se la poníamos a 37º como está recomendado. Hasta que descubrí que a ella lo que le va es escaldarse!! Pues nada, niña pasada por agua con chapoteo, canciones, caras y aspavientos y la más feliz del mundo. Lo que no le gusta un pelo es que la saquemos y le untemos la crema, pero luego cuando la vestimos mientras le canto y le doy besitos en los pies y en la barriguita se lo pasa en grande de nuevo.
Papácoqueto dice que se siente ridículo poniendo voces extrañas, haciendo tonterías y hablándole a la Nena (no sabe que contarle, dice), él no se ha terminado de soltar en esto de los juegos y la interacción, pero creo que no le falta mucho. Yo, sin embargo, estoy en mi salsa.
Quién me viera y quién me ve...
¿Qué formas de estimulación habéis usado vosotros con vuestros bebés?
viernes, 26 de noviembre de 2010
Gastroenteritis e ingreso
El Martes tenía dos entradas a medio terminar casi listas para publicarlas, pero después de comer empecé a encontrarme mareada e intenté echarme una siestecita dejando a la Nena con su Papá y las entradas guardadas como borradores.
Me resultó imposible dormir, cada vez me encontraba peor. Al mareo y las náuseas se fueron sumando retortijones y dolores de barriga intensísimos. En cuestión de una hora estaba vomitando hasta la primera papilla que mi madre me dio y con unas diarreas de espanto.
En la media hora siguiente evolucioné con temblores, bajada de tensión, sudores fríos y lo que me asustó de verdad fue ver que las diarreas venían acompañadas de sangre, pero no un poco, es que salían completamente rojas.
Llegada a ese punto ya era incapaz de mantenerme en pie, me sentía como en una nebulosa y me daba cuenta de que estaba completamente deshidratada,
le di la razón a mi marido que desde el primer vómito quiso llevarme al hospital pero yo le contestaba que una gastroenteritis de nada no tiene ni cura ni tratamiento.
Llamó a mi madre, que es enfermera y trabaja en el hospital, para que me recogiera y me llevara, él se iba a quedar en casa con la Nena. Saliendo por la puerta de casa con mi madre perdí el conocimiento, menos mal que había allí unos vecinos que la ayudaron a reanimarme y a llevarme al coche... Era absolutamente incapaz de mantenerme en pie por mí misma. Cuando volví en mí, de las arcadas tan fuertes y seguidas que tenía no podía decir ni dos palabras seguidas.
A partir de ahí y hasta que ingresé tengo vagos recuerdos: el viaje en coche al hospital vomitando en una bolsa sin parar, el traslado del coche a la observación en silla de ruedas en la que no era capaz de mantenerme sin escurrirme, como me quitaron la ropa para ponerme el pijama...
De la debilidad y la bajada de tensión que llevaba, no me encontraban las venas para cogerme las vías y sacarme sangre, de hecho hasta se me partió una vena en el intento.
Me comenzaron a rehidratar con suero a velocidad de vértigo, me pusieron primperan para las náuseas y paracetamol para el dolor y a partir de ahí ya fue coser y cantar porque las arcadas se cortaron, recuperé el calor corporal y los temblores remitieron completamente.
Pasé la noche del Martes al Miércoles ingresada, me hicieron radiografías y ecografías para ver si tenía dañados los intestinos ya que la hemorragia era importante, pero se cortó sola a lo largo de la noche y en las pruebas no salió que tuviese ningún daño.
Pretendían tenerme ingresada otra noche más, pero dado que por la mañana me encontraba mucho mejor, que prometí cuidarme como si me fuera la vida en ello y que mi madre trabaja allí y me ayudó a hacer presión, me dieron el alta el mismo Miércoles. No soportaba pensar en pasar más tiempo separada de mi hija.
El diagnóstico fue una gastroenteritis por rotavirus, pero estaban alucinados con el curso tan rápido que había tenido: empecé con el malestar sobre las 16h y a las 19h ya iba de camino al hospital medio muerta.
Lo peor para mí fue separarme de mi hija durante toda la noche y parte del día siguiente, menos mal que Papácoqueto es apañao y consiguió que ella no me extrañara a mí, y pensar que podía haberle contagiado la infección, pero hasta el día de hoy no ha dado ningún síntoma.
Ahora el problema es que entre la deshidratación que tuve y las muchas horas que pasé sin darle el pecho estoy casi sin leche. Me pongo a mi hija al pecho constantemente para que estimule y bebo mucha agua, pero tengo que darle ayuda con biberón porque se queda muertecita de hambre la pobre.
Espero superar este bache lácteo y que todo vuelva a la normalidad cuanto antes.
Me resultó imposible dormir, cada vez me encontraba peor. Al mareo y las náuseas se fueron sumando retortijones y dolores de barriga intensísimos. En cuestión de una hora estaba vomitando hasta la primera papilla que mi madre me dio y con unas diarreas de espanto.
En la media hora siguiente evolucioné con temblores, bajada de tensión, sudores fríos y lo que me asustó de verdad fue ver que las diarreas venían acompañadas de sangre, pero no un poco, es que salían completamente rojas.
Llegada a ese punto ya era incapaz de mantenerme en pie, me sentía como en una nebulosa y me daba cuenta de que estaba completamente deshidratada,
le di la razón a mi marido que desde el primer vómito quiso llevarme al hospital pero yo le contestaba que una gastroenteritis de nada no tiene ni cura ni tratamiento.
Llamó a mi madre, que es enfermera y trabaja en el hospital, para que me recogiera y me llevara, él se iba a quedar en casa con la Nena. Saliendo por la puerta de casa con mi madre perdí el conocimiento, menos mal que había allí unos vecinos que la ayudaron a reanimarme y a llevarme al coche... Era absolutamente incapaz de mantenerme en pie por mí misma. Cuando volví en mí, de las arcadas tan fuertes y seguidas que tenía no podía decir ni dos palabras seguidas.
A partir de ahí y hasta que ingresé tengo vagos recuerdos: el viaje en coche al hospital vomitando en una bolsa sin parar, el traslado del coche a la observación en silla de ruedas en la que no era capaz de mantenerme sin escurrirme, como me quitaron la ropa para ponerme el pijama...
De la debilidad y la bajada de tensión que llevaba, no me encontraban las venas para cogerme las vías y sacarme sangre, de hecho hasta se me partió una vena en el intento.
Me comenzaron a rehidratar con suero a velocidad de vértigo, me pusieron primperan para las náuseas y paracetamol para el dolor y a partir de ahí ya fue coser y cantar porque las arcadas se cortaron, recuperé el calor corporal y los temblores remitieron completamente.
Pasé la noche del Martes al Miércoles ingresada, me hicieron radiografías y ecografías para ver si tenía dañados los intestinos ya que la hemorragia era importante, pero se cortó sola a lo largo de la noche y en las pruebas no salió que tuviese ningún daño.
Pretendían tenerme ingresada otra noche más, pero dado que por la mañana me encontraba mucho mejor, que prometí cuidarme como si me fuera la vida en ello y que mi madre trabaja allí y me ayudó a hacer presión, me dieron el alta el mismo Miércoles. No soportaba pensar en pasar más tiempo separada de mi hija.
El diagnóstico fue una gastroenteritis por rotavirus, pero estaban alucinados con el curso tan rápido que había tenido: empecé con el malestar sobre las 16h y a las 19h ya iba de camino al hospital medio muerta.
Lo peor para mí fue separarme de mi hija durante toda la noche y parte del día siguiente, menos mal que Papácoqueto es apañao y consiguió que ella no me extrañara a mí, y pensar que podía haberle contagiado la infección, pero hasta el día de hoy no ha dado ningún síntoma.
Ahora el problema es que entre la deshidratación que tuve y las muchas horas que pasé sin darle el pecho estoy casi sin leche. Me pongo a mi hija al pecho constantemente para que estimule y bebo mucha agua, pero tengo que darle ayuda con biberón porque se queda muertecita de hambre la pobre.
Espero superar este bache lácteo y que todo vuelva a la normalidad cuanto antes.
lunes, 15 de noviembre de 2010
Calienta cunas eléctrico
No hace mucho que entró el frío de golpe y porrazo, y aunque yo pensaba que estábamos bien equipados para combatirlo por las noches, estaba totalmente equivocada.
Desde antes de nacer la Nena ya me estuve informando sobre productos para ayudarla a dormir confortable y calentita. Una de las primeras cosas que compré después de leer en blogs críticas estupendas fue una mantita Swaddleme.
Este sistema no inventa nada nuevo en realidad. A mí me recuerda mucho a cuando de pequeña mi padre me envolvía y acurrucaba con una mantita y yo me dormía agustísimo y bien sujeta.
Bueno, pues la mantita Swaddleme resultó ser un fracaso estrepitoso: mi hija, que no llora ni cuando tiene hambre, empezó a berrear antes siquiera de terminar de abrochársela. Intenté calmarla en brazos a ver si se acostumbraba a estar envuelta cual crisálida, pero no hubo forma. La mantita Swaddleme está criando polvo en un cajón desde entonces.
Lo curioso es que está acostumbrada a dormir envuelta en una mantita normal bien apretadita tal y como mi padre hacía conmigo, lo que no es muy diferente del sistema Swaddleme... Qué cosas... ¿En qué apreciará la diferencia? A mí me parece prácticamente lo mismo.
Otra idea que me pareció fabulosa fueron los saquitos de dormir para bebés.
Tiene dos de la marca Grobag de la talla más pequeña: la 0-6 meses. Aún así me resultan demasiado grandes para ella, que solo tiene un mes y le sobra saco por todas partes. Además, tenemos el inconveniente añadido de que le gusta estar envuelta en su mantita de dormir y con el saquito quedará sueltecita. Ya veremos como acepta los Grobag cuando llegue el momento, aunque me da la espina de que se van a juntar con la mantita Swaddleme.
Así que descartada la mantita Swaddleme y demasiado pronto para los invernales y enormes sacos Grobag, me vi hace un par de semanas buscando una alternativa para mantener a la Nena cálida en su mini cuna.
Se me ocurrió derrepente que un calienta camas era una buena opción y fui al Corte Inglés a ver si tenían algo adecuado para el tamaño de la mini cuna, por supuesto me volví a casa igual que salí: con las manos vacías. Allí no tenían nada parecido a lo que yo andaba buscando y ni siquiera les sonaba.
Recurriendo a Google, como siempre, conseguí localizar el único calienta camas del mercado (y digo el único porque he buscado por activa y por pasiva de todo en todas partes sin éxito) de tamaño mini: el calienta cunas Jocca de 60x40. Lo compré en Pixmanía por unos 20€ incluidos los gastos de envío.
Para quien no tenga claro lo que es un calienta camas tengo que aclarar que aunque su parecido con una manta eléctrica es impepinable, no es lo mismo. La manta eléctrica irradia mucho más calor y su uso está totalmente desaconsejado en bebés y niños. Los calienta camas se colocan entre el colchón y la sábana bajera, el calor que producen es mínimo, más que para calentar a la persona es para impedir que la cama esté fría, produciendo un calor suave y casi imperceptible.
Tanto la Nena como nosotros estamos encantados con el calienta cunas.
Antes, cuando llegaba el momento de acostarla en su cunita al ponerla en contacto con las sábanas frías había veces que se despertaba y había que volver a dormirla... fin de esta historia!! Además, no tengo miedo de que coja frío si se destapa porque el colchón siempre está cálido.
Desde que le tengo puesto el calienta cunas duerme más y mejor, se despierta menos por las noches. Supongo que se sentirá más cómoda.
Papácoqueto y yo estamos pensando en comprarnos también un calienta camas para nosotros porque aunque ya está haciendo fresco, el frío intenso aún está por llegar y no hay nada más desagradable que meterte en una cama helada y esperar a que se tibie con el calor corporal ¿O no?
Desde antes de nacer la Nena ya me estuve informando sobre productos para ayudarla a dormir confortable y calentita. Una de las primeras cosas que compré después de leer en blogs críticas estupendas fue una mantita Swaddleme.
Este sistema no inventa nada nuevo en realidad. A mí me recuerda mucho a cuando de pequeña mi padre me envolvía y acurrucaba con una mantita y yo me dormía agustísimo y bien sujeta.
Bueno, pues la mantita Swaddleme resultó ser un fracaso estrepitoso: mi hija, que no llora ni cuando tiene hambre, empezó a berrear antes siquiera de terminar de abrochársela. Intenté calmarla en brazos a ver si se acostumbraba a estar envuelta cual crisálida, pero no hubo forma. La mantita Swaddleme está criando polvo en un cajón desde entonces.
Lo curioso es que está acostumbrada a dormir envuelta en una mantita normal bien apretadita tal y como mi padre hacía conmigo, lo que no es muy diferente del sistema Swaddleme... Qué cosas... ¿En qué apreciará la diferencia? A mí me parece prácticamente lo mismo.
Otra idea que me pareció fabulosa fueron los saquitos de dormir para bebés.
Tiene dos de la marca Grobag de la talla más pequeña: la 0-6 meses. Aún así me resultan demasiado grandes para ella, que solo tiene un mes y le sobra saco por todas partes. Además, tenemos el inconveniente añadido de que le gusta estar envuelta en su mantita de dormir y con el saquito quedará sueltecita. Ya veremos como acepta los Grobag cuando llegue el momento, aunque me da la espina de que se van a juntar con la mantita Swaddleme.
Así que descartada la mantita Swaddleme y demasiado pronto para los invernales y enormes sacos Grobag, me vi hace un par de semanas buscando una alternativa para mantener a la Nena cálida en su mini cuna.
Se me ocurrió derrepente que un calienta camas era una buena opción y fui al Corte Inglés a ver si tenían algo adecuado para el tamaño de la mini cuna, por supuesto me volví a casa igual que salí: con las manos vacías. Allí no tenían nada parecido a lo que yo andaba buscando y ni siquiera les sonaba.
Recurriendo a Google, como siempre, conseguí localizar el único calienta camas del mercado (y digo el único porque he buscado por activa y por pasiva de todo en todas partes sin éxito) de tamaño mini: el calienta cunas Jocca de 60x40. Lo compré en Pixmanía por unos 20€ incluidos los gastos de envío.
Para quien no tenga claro lo que es un calienta camas tengo que aclarar que aunque su parecido con una manta eléctrica es impepinable, no es lo mismo. La manta eléctrica irradia mucho más calor y su uso está totalmente desaconsejado en bebés y niños. Los calienta camas se colocan entre el colchón y la sábana bajera, el calor que producen es mínimo, más que para calentar a la persona es para impedir que la cama esté fría, produciendo un calor suave y casi imperceptible.
Tanto la Nena como nosotros estamos encantados con el calienta cunas.
Antes, cuando llegaba el momento de acostarla en su cunita al ponerla en contacto con las sábanas frías había veces que se despertaba y había que volver a dormirla... fin de esta historia!! Además, no tengo miedo de que coja frío si se destapa porque el colchón siempre está cálido.
Desde que le tengo puesto el calienta cunas duerme más y mejor, se despierta menos por las noches. Supongo que se sentirá más cómoda.
Papácoqueto y yo estamos pensando en comprarnos también un calienta camas para nosotros porque aunque ya está haciendo fresco, el frío intenso aún está por llegar y no hay nada más desagradable que meterte en una cama helada y esperar a que se tibie con el calor corporal ¿O no?
lunes, 8 de noviembre de 2010
Un mes de vida
¡Ayer fue el primer cumple mes de la Nena! Parece mentira que solamente lleve un mes en mi vida, porque siento como si hubiésemos estado juntas siempre.
Creo que ahora es un buen momento para las confesiones, sobre todo para contaros ciertos temores que me asaltaron en las semanas previas al parto. Durante todo el embarazo me mantuve tranquila y confiada, pero según se iba acercando la fecha de llegada de la criatura, empecé a estar intranquila... Me da un poco de pena contaros esto, de hecho a Papácoqueto no se lo confesé hasta hace bien poco, pero el mayor de mis temores era no quererla lo suficiente: ¿Qué pasaría si una vez con la Nena en casa me daba cuenta de que ser madre no iba conmigo? ¿Y si no desarrollaba apego por ella? ¿Y si me hartaba del bebé llorón que estaba por llegar? No sé a que vinieron esas ideas, pero me aterraban y me quitaban el sueño, y sobre todo me hacían sentir fatal.
Ni que decir tiene que ninguna de esas terribles ideas mías ha cuajado como me temía, mi hija es lo mejor que hay en mi vida, es mi corazón latiendo en otro cuerpo, pero ahí estuvieron... ¿Por qué?
Durante este mes la he visto crecer, engordar (sí, que está cebollona jejejeje), despabilarse y aprender a pedir lo que quiere. Me llama la atención lo despierta que está en comparación a cuando era recién nacida, ya no duerme tanto y los ratos en que está despierta parece que canturrea (o algo parecido), mira con los ojos muy abiertos las luces y la tele, me sonríe cuando la despierto o cuando le hago cosquillitas en la cara... Se nota que empieza a interactuar por poco que sea.
Ha aprendido a pedir cariño, brazos y comida, algo que al principio no hacía, y no tiene que ser necesariamente llorando porque de hecho llorar llora poco. Cuando quiere comer menea la cabeza de una forma característica como dando cabezazos y cuando la cojo para ponerla al pecho pone cara de satisfacción.
Cuando quiere que la coja por puro vicio, para recibir mimitos, pone cara de puchero apretada.
Cuando esta mamando me dedica unas miradas de reojo desde ahí abajo que me hacen mucha gracia y con la manita que queda por arriba se agarra al pecho haciéndome cosquillitas.
Como no podía ser de otra manera ha desarrollado un apego especial conmigo. La Nena está bien en brazos de cualquiera, al no ser protestona ni llorona se conforma con los brazos de todos, pero cuando está acurrucada en mis brazos o en mi pecho se encuentra en el séptimo cielo, y cuando le dedico arrumacos y besitos se deshace y se acurruca contra mí de forma amorosa.
La familia cercana ya me está haciendo llegar la crítica constructiva de lo mimada que la tengo, que tantos brazos y tanta caricia la están mal acostumbrando. Por un oído me entra y por el otro me sale. Es mi niña, mi amor, y no puedo hacer otra cosa que quererla con toda mi alma. No entiendo que tiene de malo transmitir ese amor y hacerla sentirse arropada y querida. No sé porque tendría que dejarla llorar hasta desgañitarse sin cogerla en brazos, solo para que no se acostumbre.
¿Por qué se considera bueno dejar llorar a los bebés? Si mi hija llora o me demanda es por algo, bien porque se sienta sola, porque tenga frío, porque necesite el cariño de sus padres... Valiente tontería dejar a mi niña llorar cuando yo tengo la formula mágica para transmitirle tranquilidad, sosiego y felicidad.
Creo que ahora es un buen momento para las confesiones, sobre todo para contaros ciertos temores que me asaltaron en las semanas previas al parto. Durante todo el embarazo me mantuve tranquila y confiada, pero según se iba acercando la fecha de llegada de la criatura, empecé a estar intranquila... Me da un poco de pena contaros esto, de hecho a Papácoqueto no se lo confesé hasta hace bien poco, pero el mayor de mis temores era no quererla lo suficiente: ¿Qué pasaría si una vez con la Nena en casa me daba cuenta de que ser madre no iba conmigo? ¿Y si no desarrollaba apego por ella? ¿Y si me hartaba del bebé llorón que estaba por llegar? No sé a que vinieron esas ideas, pero me aterraban y me quitaban el sueño, y sobre todo me hacían sentir fatal.
Ni que decir tiene que ninguna de esas terribles ideas mías ha cuajado como me temía, mi hija es lo mejor que hay en mi vida, es mi corazón latiendo en otro cuerpo, pero ahí estuvieron... ¿Por qué?
Durante este mes la he visto crecer, engordar (sí, que está cebollona jejejeje), despabilarse y aprender a pedir lo que quiere. Me llama la atención lo despierta que está en comparación a cuando era recién nacida, ya no duerme tanto y los ratos en que está despierta parece que canturrea (o algo parecido), mira con los ojos muy abiertos las luces y la tele, me sonríe cuando la despierto o cuando le hago cosquillitas en la cara... Se nota que empieza a interactuar por poco que sea.
Ha aprendido a pedir cariño, brazos y comida, algo que al principio no hacía, y no tiene que ser necesariamente llorando porque de hecho llorar llora poco. Cuando quiere comer menea la cabeza de una forma característica como dando cabezazos y cuando la cojo para ponerla al pecho pone cara de satisfacción.
Cuando quiere que la coja por puro vicio, para recibir mimitos, pone cara de puchero apretada.
Cuando esta mamando me dedica unas miradas de reojo desde ahí abajo que me hacen mucha gracia y con la manita que queda por arriba se agarra al pecho haciéndome cosquillitas.
Como no podía ser de otra manera ha desarrollado un apego especial conmigo. La Nena está bien en brazos de cualquiera, al no ser protestona ni llorona se conforma con los brazos de todos, pero cuando está acurrucada en mis brazos o en mi pecho se encuentra en el séptimo cielo, y cuando le dedico arrumacos y besitos se deshace y se acurruca contra mí de forma amorosa.
La familia cercana ya me está haciendo llegar la crítica constructiva de lo mimada que la tengo, que tantos brazos y tanta caricia la están mal acostumbrando. Por un oído me entra y por el otro me sale. Es mi niña, mi amor, y no puedo hacer otra cosa que quererla con toda mi alma. No entiendo que tiene de malo transmitir ese amor y hacerla sentirse arropada y querida. No sé porque tendría que dejarla llorar hasta desgañitarse sin cogerla en brazos, solo para que no se acostumbre.
¿Por qué se considera bueno dejar llorar a los bebés? Si mi hija llora o me demanda es por algo, bien porque se sienta sola, porque tenga frío, porque necesite el cariño de sus padres... Valiente tontería dejar a mi niña llorar cuando yo tengo la formula mágica para transmitirle tranquilidad, sosiego y felicidad.
martes, 2 de noviembre de 2010
Una nueva historia de amor
La Nena ha hecho que caigamos absolutamente enamorados de ella. Su papá, su mamá, sus cuatro abuelos, sus tíos abuelos, los tíos abuelos segundos, los tíos primeros y los tíos segundos, nuestros amigos... Vamos, resumiendo, toda la familia está chocheando con ella. No paran de visitarla, hacerle arrumacos y regalitos, y a mí eso me llena de satisfacción porque la verdad es que no esperaba que se volcaran de esa manera con ella.
Sin embargo, había dos seres cuya aceptación por la Nena nos preocupaba. Uno es Gato, el gato que vive con Papácoqueto y conmigo. El otro es Duna, la perrita rottweiler que tienen mis padres. Con Duna la desconfianza era porque aparte de ser enorme, no ha tenido nunca contacto con niños, y aunque es una perra muy buena y muy dócil son 40 kilacos de rottweiler... Ya os hablaré de ella en otra entrada.
De Gato desconfiábamos porque es muy "suyo"... A ver, él es un animal muy cariñoso, pero con Papácoqueto y conmigo únicamente. De todo el resto del mundo desconfía por sistema llegando incluso a ser desagradable. Y ni hablar de relacionarlo con otros animales!! Se infla como un pez globo y ataca a todo aquello que se mueva ya sea perro, gato o cualquier otra especie animal. Además lo tenemos tremendamente mimado, lo que incrementaba el temor (sobre todo de Papácoqueto) de que le cogiera celos a la Nena.
El día que nos dieron el alta en el hospital y llegamos a casa, lo primero que hice fue presentar la Nena a Gato. Su reacción fue inflar la cola mientras la olisqueaba... mal asunto. Después, con las orejas hacia atrás y con mal gesto, se dio la vuelta y la ignoró. Los primeros días todo continuó igual, la ignoraba y no mostraba el menor interés en ella, ni para bien ni para mal. Después descubrió que la hamaquita y el cochecito eran lugares cómodos y confortables y todo su afán era subirse en ellos. Como yo no quería reñirle para que no cogiera celos, solucioné el asunto cubriéndolos con una sábana y dejando que se subiera. La mini cuna sin embargo (y menos mal) no le llamaba la atención para acomodarse, pero cuando la Nena estaba dentro durmiendo y haciendo ruiditos, él se subía a mi cama a observarla desde la distancia.
Aunque no parecía tener celos ni mostrar desdén hacia la Nena, sí que se mostró muy enfadado conmigo: claro, en esos primeros días yo estaba absorbida por mi hija y reconozco que lo dejé un poco de lado. Pero supo canalizar su rabia hacia mí y no hacia ella jejejeje Le duró poco tiempo, apenas la primera semana, después se hizo bien a la nueva situación y todo volvió a la normalidad y él a ser un gato cariñoso y dulce, aunque seguía ignorando a la Nena.
Así continuó todo hasta hace un par de días, o mejor dicho, hasta hace un par de noches. La Nena me despertó reclamando una de sus raciones nocturnas, y yo zombi total, me levanté de la cama, la saqué de la mini cuna y me la llevé al salón para darle el pecho en el sofá. Gato, como ya venía siendo costumbre, me acompañó y se colocó en el brazo del sofá a mirar. Mientras yo cabeceaba apunto de quedarme frita con la criatura en brazos enganchada a mi teta, Gato se acercó a nosotras, le olisqueó el pelito a la Nena y ¡Toma ya! va y se roza efusivamente contra su cabecita y empieza a ronronear. Me arrancó una sonrisa automáticamente y sospeché que aquello podría ser el comienzo de una nueva historia de amor.
De hecho así está siendo, porque a Gato, aunque guarda las distancias bastante bien con la Nena, le gusta echarse al lado de ella. Si la pongo en su hamaquita en el sofá, él se echa al lado y la mira con ojos amorosos. Si la tengo yo en brazos, él se sube en mis piernas y se acuesta ahí casi sin rozarla. Si vienen visitas y la cogen en brazos, él mira a quien tenga a la Nena con cara de pocos amigos y lo persigue observándolo con desconfianza hasta que nos la devuelva a mí o a Papácoqueto.
Y hoy ya lo he cogido con las manos en la masa... Cuando llegamos esta mañana del paseo la Nena estaba dormida en el cochecito y yo no quise sacarla de ahí para que no se despertara y así aprovechar para poder hacer algunas cosas en casa tranquila. Me lié con la limpieza, las lavadoras... y en esto que voy a echarle un vistazo a la criatura y me encuentro a Gato acurrucado a sus pies. Mi primera reacción fue echarlo (el cochecito y la niña llenos de pelos!!!), pero los vi tan a gusto a los dos juntos que me dio pena y lo dejé ahí. Desde ese momento ya no hay quien lo separe de la Nena, lo único que espero es que no pretenda dormir con ella dentro de la cuna porque entonces sí que le voy a dar un zapatillazo :P
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