martes, 2 de noviembre de 2010
Una nueva historia de amor
La Nena ha hecho que caigamos absolutamente enamorados de ella. Su papá, su mamá, sus cuatro abuelos, sus tíos abuelos, los tíos abuelos segundos, los tíos primeros y los tíos segundos, nuestros amigos... Vamos, resumiendo, toda la familia está chocheando con ella. No paran de visitarla, hacerle arrumacos y regalitos, y a mí eso me llena de satisfacción porque la verdad es que no esperaba que se volcaran de esa manera con ella.
Sin embargo, había dos seres cuya aceptación por la Nena nos preocupaba. Uno es Gato, el gato que vive con Papácoqueto y conmigo. El otro es Duna, la perrita rottweiler que tienen mis padres. Con Duna la desconfianza era porque aparte de ser enorme, no ha tenido nunca contacto con niños, y aunque es una perra muy buena y muy dócil son 40 kilacos de rottweiler... Ya os hablaré de ella en otra entrada.
De Gato desconfiábamos porque es muy "suyo"... A ver, él es un animal muy cariñoso, pero con Papácoqueto y conmigo únicamente. De todo el resto del mundo desconfía por sistema llegando incluso a ser desagradable. Y ni hablar de relacionarlo con otros animales!! Se infla como un pez globo y ataca a todo aquello que se mueva ya sea perro, gato o cualquier otra especie animal. Además lo tenemos tremendamente mimado, lo que incrementaba el temor (sobre todo de Papácoqueto) de que le cogiera celos a la Nena.
El día que nos dieron el alta en el hospital y llegamos a casa, lo primero que hice fue presentar la Nena a Gato. Su reacción fue inflar la cola mientras la olisqueaba... mal asunto. Después, con las orejas hacia atrás y con mal gesto, se dio la vuelta y la ignoró. Los primeros días todo continuó igual, la ignoraba y no mostraba el menor interés en ella, ni para bien ni para mal. Después descubrió que la hamaquita y el cochecito eran lugares cómodos y confortables y todo su afán era subirse en ellos. Como yo no quería reñirle para que no cogiera celos, solucioné el asunto cubriéndolos con una sábana y dejando que se subiera. La mini cuna sin embargo (y menos mal) no le llamaba la atención para acomodarse, pero cuando la Nena estaba dentro durmiendo y haciendo ruiditos, él se subía a mi cama a observarla desde la distancia.
Aunque no parecía tener celos ni mostrar desdén hacia la Nena, sí que se mostró muy enfadado conmigo: claro, en esos primeros días yo estaba absorbida por mi hija y reconozco que lo dejé un poco de lado. Pero supo canalizar su rabia hacia mí y no hacia ella jejejeje Le duró poco tiempo, apenas la primera semana, después se hizo bien a la nueva situación y todo volvió a la normalidad y él a ser un gato cariñoso y dulce, aunque seguía ignorando a la Nena.
Así continuó todo hasta hace un par de días, o mejor dicho, hasta hace un par de noches. La Nena me despertó reclamando una de sus raciones nocturnas, y yo zombi total, me levanté de la cama, la saqué de la mini cuna y me la llevé al salón para darle el pecho en el sofá. Gato, como ya venía siendo costumbre, me acompañó y se colocó en el brazo del sofá a mirar. Mientras yo cabeceaba apunto de quedarme frita con la criatura en brazos enganchada a mi teta, Gato se acercó a nosotras, le olisqueó el pelito a la Nena y ¡Toma ya! va y se roza efusivamente contra su cabecita y empieza a ronronear. Me arrancó una sonrisa automáticamente y sospeché que aquello podría ser el comienzo de una nueva historia de amor.
De hecho así está siendo, porque a Gato, aunque guarda las distancias bastante bien con la Nena, le gusta echarse al lado de ella. Si la pongo en su hamaquita en el sofá, él se echa al lado y la mira con ojos amorosos. Si la tengo yo en brazos, él se sube en mis piernas y se acuesta ahí casi sin rozarla. Si vienen visitas y la cogen en brazos, él mira a quien tenga a la Nena con cara de pocos amigos y lo persigue observándolo con desconfianza hasta que nos la devuelva a mí o a Papácoqueto.
Y hoy ya lo he cogido con las manos en la masa... Cuando llegamos esta mañana del paseo la Nena estaba dormida en el cochecito y yo no quise sacarla de ahí para que no se despertara y así aprovechar para poder hacer algunas cosas en casa tranquila. Me lié con la limpieza, las lavadoras... y en esto que voy a echarle un vistazo a la criatura y me encuentro a Gato acurrucado a sus pies. Mi primera reacción fue echarlo (el cochecito y la niña llenos de pelos!!!), pero los vi tan a gusto a los dos juntos que me dio pena y lo dejé ahí. Desde ese momento ya no hay quien lo separe de la Nena, lo único que espero es que no pretenda dormir con ella dentro de la cuna porque entonces sí que le voy a dar un zapatillazo :P
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Qué no te lean esto los que cuentan historias de gatos estranguladores de bebés! jajajaa
ResponderEliminarLos míos aceptaron muy bien al niño, desde el minuto uno, como si le conocieran de toda la vida, increible. Eso sí, el que es más miedoso de los dos huye en cuanto ve que mi hijo se dirige a él, pero vamos, también tengo que decir que mi hijo los ignora bastante.
Este enamoramiento es una pasada, eh?.
Ainsss ,qué linda historia de amor. Mis gatas mayores también adoraban estar cerca de mi nene, tumbarse cerca, ronroneaban. En fin, nunca he tenido problemas con ellas. Solo hay que darles un poco de tiempo como muy bien has hecho. Y mira ahora con la pequeña mi hijo no se separa de ella, duermen juntos, juegan juntos. En fin, los animales son muy listos y si les respetamos ellos harán igual.
ResponderEliminarMadre mia dentro del carro! pero donde iban a estar mejor tus dos pequeños...
ResponderEliminarVeras que bien se llevan, ademas que una mascota es lo mejor para los niños, el mio se lleva genial con mi perro!
hola!! acabo de cooncer tu blog y es muy chulo!! te animo tambien a que te pases por el mio http://creciendocondavid.blogspot.com/
ResponderEliminarUn saludo1